"...en los doce meses que viví en Nueva York, tuve el privilegio de participar en operaciones punteras como uno más del equipo, así como involucrarme en proyectos pro bono... "

Que Nueva York es la capital del mundo contemporáneo es ya un tópico manoseado. No obstante, es innegable que tiene una personalidad tan propia que quien nunca ha estado antes allí puede sentirse como en casa con tan solo pasear por sus calles. Eso es lo que me ocurrió cuando, en la última parte del verano de 2018, aterricé en la Gran Manzana para incorporarme como asociado extranjero en Cravath, Swaine & Moore, LLP, una firma con más de doscientos años a sus espaldas. Este prestigioso despacho es la memoria histórica de las grandes operaciones y pleitos de los EE. UU.: sirva de muestra su asesoramiento a Samuel Morse en la patente de su famoso código, o a Thomas Edison para proteger sus derechos sobre el filamento incandescente, entre otros muchos.

De esta suerte, en los doce meses que viví en Nueva York, tuve el privilegio de participar en operaciones punteras como uno más del equipo, así como involucrarme en proyectos pro bono de reagrupación familiar de inmigrantes que, presas de la desesperación, cruzan la frontera sur del país. Todo ello sin olvidar la gran fortuna de poder disfrutar de una ciudad vibrante, siempre activa y en constante cambio. Sin duda, una de las mejores experiencias profesionales y personales de mi vida.