De espaldas a la mar

Transporte XXI, 15/01/2007


Dice Ulrich Beck que lo novedoso en la sociedad del riesgo mundial, es que nuestras decisiones como civilización desatan problemas y peligros globales. 

Uno de los objetivos del Libro Blanco era la reducción del transporte por carretera en beneficio del transporte por otras vías alternativas; entre ellas el ferrocarril y el buque. Surgieron entonces el “Short Sea Shipping” y las “autopistas del mar” con la fuerza que tienen las cosas lógicas. En nuestro país, conocido por vivir de espaldas a la mar, se entiende que la mar termina en la bocana del puerto. Una lectura rápida del siempre interesante Boletín Informativo de ANAVE de Diciembre de 2006, no hace más que confirmar este dicho: para el 2007 “Ni autopistas, ni ecobono ni ayudas al refuerzo de la seguridad” 

Esta última negativa tiene cierta gracia; se trata que los individuos, las Navieras, hagan el trabajo de la Administración, gratis, por supuesto. Nada nuevo, pero gracioso. Esta empecinada “miopía maritimista” de la Administración, es especialmente chocante, ahora que todo el mundo intelecto-ambiental se ha puesto las pilas con el calentamiento del Planeta, gracias o debido a la “peli” del Señor Gore y  parece que ya no se habla de nada más; lástima que no se hubieran leído en el 92 su libro  “Earth in the Balance: Ecology and Human Spirit”,  denunciando entonces lo que muchos ecologistas venían señalando desde años. Claro que ahora, como se dice en Gijón. “la echan en el cine” ¡quizás sea por eso que se hable del tema! 

ANAVE recoge el dato proporcionado por Friends of Earth a la Comisión Europea sobre el coste externo que supone para la sociedad el transporte de un camión por carretera, cifrándolo en 212,58€ por cada 100 kilómetros. Dicho  transporte en buque, representaría un coste de  79,37€. La diferencia es importante.  

También es importante recordar que en el año 2000 la Comisión estimó que el transporte de mercancías por carretera suponía el 95% de los costes externos del transporte, entendiéndose como tales costes los que recaen sobre la sociedad en general, consecuencia de la contaminación atmosférica en costes en salud.  

Por si estas cifras fueran insuficientes, el 69% del NOx proviene del tráfico rodado que contribuye también a emitir un 33% de la tasa de CO2. Ahora que se incluye a la Aviación dentro de los Esquemas de Intercambios de Permisos para las Emisiones del CO2, es de esperar que pronto le toque al resto del transporte. De momento el sistema de esquemas sólo encara el 40% de las actividades que en Europa contribuyen al “efecto invernadero”.  

Dos frentes se abren, ahora, a la industria marítima: uno seguir el camino marcado por la IMO y otro tratar  de convencer que es la alternativa de transporte más ecológica que existe.  

Quizás la alternativa del SSS debieran “echarla en la tele” pues como decía la canción de John Fogherty “It must be true ´cause I saw it on TV”

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